Antes de que comience el verano nada mejor que una nueva salida de Harridunak, esta vez para visitar las Minas de Arditurri y el museo Luberri.
Las minas de Arditurri (Oairtzun-Gipuzkoa) se encuentran en pleno corazón del batolito de Aiako Harria, la unidad geológica más antigua de Euskadi, encontrando su origen en el paleozoico, hace 250 millones de años.
El macizo granítico de Aiako Harria alberga numerosos filones metálicos, explotados de forma ininterrumpida en los últimos 2.000 años. Así, en época romana se extraía la plata contenida en la galena argentífera, para ser posteriormente enviada al cercano puerto de Oiasso (actual Irún), en su ruta hacia Roma. En la Edad media eran las ferrerías las que utilizaban el hierro de estas minas, mientras que en los siglos XVIII y XIX fue el plomo el principal mineral objeto de explotación. Ya en el siglo pasado, diversas compañías entre las que se encontraba Asturiana de Zinc, procedieron a beneficiarse los filones de blenda y fluorita existentes en la zona.
En 1984 cesó la actividad minera en Arditurri, pero no fue un abandono total, ya que se sucedieron varias campañas de investigación arqueológica en aras de analizar los restos hallados durante las últimas fases de actividad minera. Posteriormente, en 2007 se iniciaron los trabajos de acondicionamiento de algunas galerías con objeto de abrir la mina al público, lo que tuvo lugar en Junio de 2008, y continúa en la actualidad, siendo un destino turístico totalmente consolidado en esta zona de Gipuzkoa.
La visita recorre unos 800 metros de galerías, perfectamente acondicionadas y acompañadas por didácticas explicaciones.
A eso de media mañana era nuestro turno de conocer los secretos de Arditurri, así que reunido el grupo y dividido en dos para hacer más manejable la visita, nos acercamos a la bocamina para equiparnos adecuadamente con el material que la propia mina facilita.
Ya con lo cascos ajustados y las luces encendidas, nos adentramos en la montaña. Para algunos era su bautismo minero, así que no resulta extraño que cuando el guía sugirió mirar hacia el suelo, un buen número de cascos cayera con estrépito, provocando risas y algún sonrojo.
Ahora sí con las cinchas y barboquejos bien ajustados, continuamos la aventura por el interior de la mina. Recorrimos las distintas galerías que configuran la parte accesible a los visitantes, destacando el avanzado sistema de drenaje que los romanos construyeron en la mina para evitar su inundación, y que hoy en día sigue cumpliendo esa labor.
Estos avances logrados por la ingeniería romana contrastaban brutalmente con las técnicas de extracción, calentando con fuego la pared para que luego, al echar agua, el contraste de temperatura quebrara la roca. Hacer fuego en esas galerías, con el consiguiente humo solo puede significar unas condiciones de trabajo infernales, de ahí que se supone que fueron muchos los cientos de esclavos que perecieron en estas labores.
Poco a poco fuimos completando el recorrido, atravesando los filones vaciados, y atendiendo las explicaciones pertinentes.
Ya en el exterior, y acompañados de Jose Angel Torres, responsable del museo Luberri, y gran conocedor de esta zona, nos dirigimos hacia una de las escombreras, donde pudimos localizar unas bonitas muestras de galena argentífera.
Animados por este hallazgo, el grupo se diseminó por las enormes escombreras de la zona en busca de otros ejemplares, sin demasiado éxito, todo hay que decirlo.
Al rato, parada para comer y después de una agradable sobremesa, nos dirigimos al barrio de Ergoien, en Oaiartzun, para visitar el centro Luberri.
Luberri es una iniciativa cultural surgida gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Oiartzun, José Angel Torres y Klara Isabel Gutierrez, del departamento de geología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y otros investigadores que han participado en la creación de este centro cultural dedicado al estudio y la divulgación de la geología, la paleontología y las ciencias de la Tierra.
El museo está ubicado en un pabellón industrial, lo que hay que reconocer que descoloca algo al visitante, no acostumbrado a encontrar este tipo de espacios en medio de un polígono industrial. Más de uno seguro que ha pensado que el GPS había enloquecido.
En el interior del museo existen varias salas, incluyendo un laboratorio o una sala destinada a explicar la geología de Euskadi. Junto a todo ello, numerosas vitrinas y expositores recogen muestras de minerales y fósiles, muchos de ellos de nuestro entorno.
Realmente un museo muy interesante, y una vez más, impulsado por el enorme esfuerzo y trabajo de sus responsables, con el único fin de divulgar la ciencia en la sociedad.
Una vez finalizada la visita a Luberri, dimos por terminada esta nueva salida de Harridunak.