Primera salida de Harridunak de 2017, y con un destino muy especial, los espatos de Islandia de Dima. Se trata de un yacimiento al que nos une un vínculo especial, ya que fue el destino elegido para llevar a cabo la primera excursión de Harridunak, hace ya la friolera de 10 años.

Es por ello que teníamos especial ilusión en volver al lugar de nuestros inicios y celebrar de esta forma el décimo aniversario de nuestra asociación. Nos atreveríamos a decir que en esta ocasión lo menos importante eran los minerales y lo realmente relevante era pasar una jornada con el mayor número socios posible.

Cierto que el tiempo no acompañó demasiado, reservándonos una mañana lluviosa y con la sierra de Aramotz cubierta de niebla, pero aún así, y casi contra pronóstico, dado lo adverso de la climatología, casi una treintena de valientes nos reunimos bajo el pórtico de la ermita de Artaun con ganas de pasar una buena jornada. No vamos a negar que la recompensa en forma de alubiada fuera un aliciente nada desdeñable, pero aún así, la afluencia superó las previsiones.

El día también nos sirvió para dar la bienvenida a algunas caras nuevas, tanto amigos del Museo Minero como socios que hacía tiempo no veíamos. La sorpresa vino en forma de pancarta conmemorativa del décimo aniversario de la asociación y que sirvió para hacernos la foto que encabeza esta crónica. Muchas gracias a su autor por tan bonito detalle.

Dicha fotografía, realizada prácticamente en el mismo lugar que la tomada en aquella primera excursión, muestra lo mucho y a la vez lo poco que ha cambiado Harridunak en una década. Mucho porque como es natural por el paso del tiempo, se producen altas y bajas, es un proceso natural en todo grupo, pero poco porque el espíritu y la ilusión siguen siendo los mismos.

Desde aquí acordarnos especialmente de aquellos que nos dejaron definitivamente, nos queda el recuerdo de su compañía y su amor por nuestra afición.

Bueno, pero basta ya de sentimentalismo, y vamos a la crónica de la excursión en sí.

Una vez reunidos, y tras unos minutos de charla, que además de para saludar a los compañeros sirvieron para que amainara el chaparrón, emprendimos la subida hasta lo alto de la sierra de Aramotz.

Como si de una etapa ciclista de montaña se tratara, las rampas de la pista de subida rompieron el pelotón “piedrícola” en varios grupos, así que cada uno a su ritmo, fuimos alcanzando la parte alta de la montaña, lugar donde se encuentran las antiguas minas de espato de Islandia.

Afortunadamente la niebla se disipaba a ratos lo que nos permitía disfrutar al menos por unos momentos de las crestas calizas y los bosques que rodean el yacimiento.

Con el paraguas en una mano y el martillo en la otra quien más quien menos, comenzó a partir trozos de calcita en busca de romboedros de exfoliación lo más transparentes posibles.

Ni qué decir tiene que no es tarea fácil, ya que a pesar de que desenterramos algunos trozos de calcita, el obtener ejemplares de calidad se antoja harto complicado. No obstante, todos pudimos llevarnos a casa una muestra de Espato de Islandia con la que demostrar la birrefringencia que caracteriza a este material.

Un repentino aguacero se encargo de dar la orden de partida, y de nuevo en medio de una espesa niebla, fuimos dejando atrás las escombreras para volver a Artaun, punto de partida de la excursión, donde nos esperaba otro de los alicientes del día: una típica alubiada.

Qué mejor que acabar la jornada en torno a una mesa con los compañeros y charlar sobre…piedras, por ejemplo!! Así, tras una buena sobremesa, cada uno volvió a su lugar de origen, pensando ya en la próxima excursión.