Como en años anteriores, el mes de septiembre fue el elegido para realizar la excursión de fin de semana correspondiente al año 2011. En esta ocasión se desarrolló por tierras cántabras, tomando como base la posada La Gándara, en el barrio del Cobijón, perteneciente al municipio de Udías.

En esta localidad se encuentra la mina Hermosa o Sel del Haya, una explotación de plomo-cinc cuya actividad se desarrolló fundamentalmente entre 1855 y 1932, si bien en la década de los cincuenta y los sesenta se desarrollaron trabajos de cierta importancia. Asentada sobre calizas dolomíticas del aptiense, la mineralización principal comprende plomo y cinc, siendo este último el de mayor importancia, tanto en forma de carbonatos como de sulfuros.

A nivel de coleccionistas es famosa por los ejemplares de hemimorfita, smithsonita, e hidrocincita que se han obtenido en su interior, aunque también es frecuente encontrar muestras de galena, dolomita, esfalerita, calcita, y también cerusita, pirolusita y plattnerita.

Acceder a una mina de interior (abandonada, además) requiere un trabajo previo de inspección de lugar, establecimiento del recorrido y zonas a visitar, y equipamiento adecuado, todo ello con el fin de evitar o al menos minimizar cualquier situación de riesgo.

Desde el viernes a la noche un numeroso grupo de socios y amigos se reunió en la posada La Gándara, ilusionados con las actividades programadas para el fin de semana, ya que no solo accederíamos a la mina Hermosa, sino que tanto el sábado a la tarde como el domingo estaba previsto visitar tanto la cueva de Las Monedas y la cueva del Castillo, en Puenteviesgo, como la mundialmente conocida cueva de El Soplao.

El sábado a primera hora, llegados ya los compañeros que optaron por no pasar la noche en Udías, nos acercamos a la entrada de la mina, apenas a unos centenares de metros del lugar donde habíamos pernoctado.

Una fina lluvia animaba a entrar cuanto antes en la montaña, algo que hicimos con ciertas dificultades, debido al barrizal acumulado en la entrada. A partir de ese momento los frontales y las linternas empezaron a cumplir su misión, ya que unos minutos más tarde la entrada de la mina no era más que un punto de luz a nuestras espaldas. La larga galería de acceso nos llevó a los primeros restos de actividad industrial, en forma de muros, traviesas, raíles y cables de los antiguos tendidos eléctricos.

Allí abajo uno se da cuenta de qué significa la oscuridad absoluta e incluso el “agobio” que provoca, y para muestra un pequeño experimento: reunidos todos en un mismo lugar apagamos todo tipo de fuente lumínica a la vez que permanecíamos en total silencio. Buscábamos saber cuánto tiempo pasaría hasta que uno de nosotros encendiera si linterna. El resultado fue espectacular, ya que lo que pensábamos que había sido una eternidad, en realidad apenas supuso algo más que un par de minutos.

Ya en este punto comenzaron a aparecer las primeras muestras de galena, que hicieron las delicias de todos con su intenso brillo metálico al partirse. Pronto el tramo de galería horizontal que nos había llevado hasta allí dio paso a un plano inclinado de gran longitud y considerable pendiente.

En este lugar aparecen una serie de excavaciones en la pared, que asemejan pequeñas habitaciones, y que son un lugar seguro para buscar muestras de minerales. Las dolomitas que se encuentran por allí forman pequeñas geodas en las que es posible hallar cristales de hemimorfita. Además, asociada a la galena se pueden encontrar cristales de cerusita. Por todo ello buena parte del grupo permaneció allí sin adentrarse más en la mina, mientras que el resto bajaba por el plano inclinado que da acceso al nivel inferior.

Mina Hermosa – Cuevas de Las Monedas y El Castillo- El Soplao18.09.2011Página 2 de 3 Mientras a nuestras espaldas resonaban los golpes de los martillos de nuestros compañeros, el resto accedimos a otra zona mineralizada, donde además de smithsonita y hemimorfita pudimos dar con alguna muestra de hidrocincita, otro de los minerales característicos de esta explotación.

Como el tiempo pasa sin darte cuenta cuando estás enfrascado en buscar muestras, no nos dimos cuenta de que se acercaba la hora de regresar, así que cuando un compañero nos avisó, recogimos rápidamente equipo y piezas y subimos el plano inclinado a buen ritmo, en busca de la salida, olvidando por completo al grupo que estaba a medio camino.

Ellos no nos habían olvidado y al oir que nos acercábamos por el plano inclinado apagaron las luces para darnos un pequeño susto. Cuál sería su cara al vernos pasar a su lado sin pararnos…Es algo que no sabemos, pero mujeres, hijas, maridos, y compañeros todavía hoy, mucho tiempo más tarde, nos echan en cara el lance. Es una divertida anécdota que ha quedado para siempre guardada en nuestra memoria.

Ya en el exterior pudimos comprobar que aparte e muestras nos habíamos traído unos cuantos kilos de barro de la mina Hermosa pegados a botas y ropa, dándonos un aspecto de auténticos mineros. Una experiencia realmente inolvidable que repetiremos en un futuro.

Semanas más tarde, limpiadas las muestras recogidas, pudimos comprobar que entre unos y otros habíamos conseguido representación de casi toda la paragénesis de esta mina.

Una merecida comida nos permitió reponer fuerzas para encarar la segunda actividad de la jornada, esta vez de carácter geológico y paleontológico: las cuevas El castillo y Las Monedas, en la también cántabra localidad de Puenteviesgo. Ambas se encuentran situadas en el monte Castillo, que se yergue sobre esta zona del valle el Pas. Ambas están acondicionadas para realizar visitas guiadas a su interior, siendo conveniente reservar con antelación para evitar desplazamientos baldíos.

Dado el tamaño de nuestro grupo, nos dividimos para acceder por turnos a ambas cavidades y así facilitar el acceso a ambas cavidades.

La cueva de Las Monedas, la mayor e cuanto a recorridode este complejo kárstico, además de presentar formaciones geológicas como estalactitas, estalagmitas, coladas,…presenta un espectacular conjunto de 17 figuras de animales y otros signos, con una antigüedad aproximada de unos 12.000 años.

Por su parte, la cueva del Castillo, descubierta en 1903, ha sido testigo de la presencia del hombre en los últimos 150.000 años, habida cuenta de los abundantes restos hallados en su interior y estudiados en numerosas ocasiones. Adicionalmente las representaciones de animales (ciervos, mamuts, bisontes, caballos…), figuras humanas y signos, suponen uno de los mejores conjuntos de arte rupestre de Europa.

Sin duda merece la pena visitar este conjunto de cuevas, no tan conocido como otras como de Cantabria, pero de una belleza e importancia excepcional.

Ya con la noche encima, vuelta a La Gándara, cena, y a descansar para poder disfrutar al día siguiente de las maravillas de El Soplao.