Para empezar este 2011, en cuanto a las salidas de Harridunak se refiere, nada mejor que una mirada al pasado, a los orígenes de la industria del hierro, que de forma tan acusada ha marcado el devenir industrial de nuestro territorio.

Nos referimos a las ferrerías, y concretamente a la ferrería de Mirandaola, unos de los elementos de patrimoniales más importantes de Gipuzkoa. Con referencias históricas desde principios del siglo XV, es a raíz de unos acontecimientos calificados como “milagroso” en 1580, cuando su fama se extiende. Durante siglos siguió con su actividad hasta que a mediados del XIX fue abandonada ante el empuje de las modernas instalaciones siderometalúrgicas.

Vivió una etapa de total abandono hasta que en 1952, gracias al empresario Patricio Echeverría y su esposa Teresa Aguirre, se procedió a la reconstrucción total de la ferrería y la ermita anexa.

Hoy en día ofrece a los visitantes como nosotros la posibilidad de contemplar en vivo y con total realismo, el trabajo y la vida de los ferrones. Además de una demostración del trabajo en la fragua, pudimos ver herramientas y ropa de trabajo usadas en las ferrerías, además de conocer en detalle la historia de este tipo de instalaciones.

La visita a Mirandaola y el parque que la rodea nos llevó buena parte de la mañana, así que en vista de que el tiempo tampoco ayudaba, decidimos ir a comer tranquilamente y dejar para la tarde la visita a la cantera de la mina Troya.

Tenemos que decir que fue una buena decisión, ya que a media tarde el tiempo mejoró lo suficiente como para permitirnos acceder a esta cantera abandonada.

Esta cantera, también conocida como Cantera Exminesa, se encuentra en la localidad de Mutiloa, cercana a la famosa Mina Troya, y fue excavada para obtener material con el que construir la balsa de lodos de dicha mina.

En ella no podremos encontrar las esfaleritas y demás minerales que han convertido a la Troya en un clásico de la mineralogía española, pero sí que es posible obtener unas estupendas muestras de malaquita acicular.

Lamentablemente no todo es tan bonito como parece, ya que como sucede en tantas ocasiones la plaza de la cantera alberga restos de su pasado uso como depósito ilegal de materiales de desecho. Afortunadamente, poco a poco, estas prácticas van
quedando como un mal recuerdo.

Pero bueno, volviendo a la tarea que nos ocupa, con precaución debido a que el barro dificultaba la subida, tras una pequeña trepada subimos a una de las terrazas en busca de las preciadas malaquitas. En estas terrazas y en los acopios de la cantera es
posible encontrar bolos de goethita, con apariencia terrosa, en cuyo interior repleto de oquedades, es posible toparnos con los verdes haces de la malaquita.

No fue tarea fácil, e incluso al principio parecía que la cosa no pintaba demasiado bien, pero poco a poco, gracias a algunos compañeros, buenos conocedores de la zona, pudimos ir consiguiendo algunas muestras. Por si fuera poco nuestro compañero Josemi tenía preparadas unas muestras recogidas por él en este mismo yacimiento, que compensaron con creces la mala suerte de los menos afortunados en la búsqueda. Muchas gracias a nuestro compañero por este detalle.

Ya de vuelta a los coches la lluvia volvió a hacer acto de presencia, lo que precipito el fin de esta jornada por tierras de Gipuzkoa.